lunes, 27 de junio de 2011

Sangre en carreteras y no pasa nada

 
Es realmente increíble que se hable o nos refiramos al ser humano o nuestros congéneres como “racionales”, es decir, como seres capaces de entendimiento, cuando somos nosotros mismos los que a diario infringimos los más elementales principios de convivencia y respeto a los demás.

Nuestro país, en términos generales, en su extenso territorio, tiene una gran red vial, que une, a los distintos centros urbanos y zonas productivas; no obstante, existen aún serios déficit de infraestructura vial. Las carreteras asfaltadas, son muy pocas y la mayor parte de ellas afirmadas y trochas carrozables que adolecen de problemas de diseño y falta de mantenimiento; lo cual en muchos casos, inciden en la ocurrencia de “accidentes de tránsito” con consecuencias sumamente fatales. Determinan, de igual manera, este problema la circulación de vehículos con fallas mecánicas y también la ingesta de bebidas alcohólicas de sus conductores, en muchísimos de los casos.

El Perú en la región es uno de los países con mayor índice de accidentes de tránsito. Durante el 2010, se produjeron más de 3 mil 500 muertos por accidentes de tránsito. En el Perú en los últimos 8 ocho años, se han registrado más de 30 mil muertos; ostentando nuestro país el índice más alto de accidentes de tránsito de América Latina; superando con inusual exceso, al conjunto de muertes producidas por enfermedades mortales.

En Cajamarca, la situación no es ajena. Los muertos por la volcadura de un ómnibus de una empresa de transportes, famosa por la velocidad de sus unidades móviles, así como la negligencia de un conductor, que chocó su vehículo en la ruta a Bambamarca, determinaron la pérdida de nueve vidas humanas, en la última semana; sin que ello pareciera ya inmutar a las autoridades competentes tanto regionales como locales y también policiales.

El famoso programa Tolerancia Cero del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), ha demostrado, con creces ser solo flor de un día, y no ser suficiente para disminuir los accidentes de tránsito en las carreteras del país, que en lo que va del año, ya han cobrado cientos de víctimas y otros tantos más de heridos, con secuelas de invalidez y mutilaciones.

Pero ¿qué está pasando?. Como todo lo que sucede, en nuestro país, no existe un compromiso serio de las autoridades y funcionarios públicos, responsables de la regulación del transporte provincial e interprovincial. La labor policial, es, a no dudarlo, timorata e intranscendente. La falta de compromiso y de acciones concretas, entre otras consecuencias, que su tolerancia permite, determina o favorece: circulación de vehículos en mal estado técnico, choferes sin preparación, exceso de carga y pasajeros, informalidad en el transporte, irregularidad en las acciones de control, alteraciones de las estructuras originales para lograr más asientos, permisibilidad para el transporte de pasajeros en los camiones de recolección de leche, entre tantas irregularidades que nos cansaríamos de enumerar y que hacen que la muerte se traslade sobre ruedas.

Frente a la creciente informalidad del transporte y las trágicas muertes, que se originan, por las fallas mecánicas de los vehículos y por la insensatez y negligencia de sus conductores, hacemos un llamado, ya no sabemos a quién, a fin de que de una vez por todas se haga algo para frenar esta espiral de muerte y sangre en las carreteras. Se trata de generar y poner en práctica políticas y estrategias para mejorar la calidad del transporte en todos los niveles, desde el estado de los vehículos hasta el profesionalismo de los conductores, y de una vez por todas, se requiere de una acción enérgica de la policía de tránsito y de las autoridades y empresarios; es decir, que los accidentes de tránsito no se queden en un registro más, sino que existan sanciones a sus responsables. Caso contrario: todo seguirá igual.

PALABRAS.....

Si ante los ojos de Dios y de este pueblo indignado,
no se puede llegar mas. Que somos gobernados
por corruptos e inmorales, Que se rejugian en leyes falaces,
para no ser juzgados. Entonces digo yo: por que han de callarme,
por que han de amordasarme, si no es delito decir la verdad.

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