El día de las elecciones pregunté a decenas de conocidos y amigos por qué votaron por Ollanta Humala; la respuesta fue unánime: "prometió acabar con la corrupción". Viendo el perfil de mis amigos comprendí el porque su confianza en Ollanta: profesionales y técnicos contratados o sin trabajo, choferes, amas de casa, vendedores ambulantes, maestros albañiles, padres de familia, para quienes, obtener un trabajo, una licitación o un servicio, tienen un sobrecosto: la coima, el billetazo, la aceitada, el diezmo, el soborno.

Es la ley en la selva de la corrupción que se ha enraizado en la sociedad peruana, particularmente en la administración pública, en todos los niveles, debilitando a un incipiente sistema democrático, el desaliento de miles de peruanos, contribuyendo a la inseguridad ciudadana frente al mismo Estado, haciendo menos eficiente las políticas sociales para disminuir la pobreza en el país.

Millones de peruanos han depositado su esperanza en el nuevo gobierno. ¿Ganará Ollanta Humala y su gobierno, a la corrupción? Es la pregunta y la espectativa del país entero.